Durante esta semana que el tiempo acompañó montamos el plástico del invernadero, lo acondicioné y ya trasplanté los primeros tomates, morrones y lechugas.
Tenía un semillero de puerros en el invernadero, así que los trasplanté al huerto y los aboné con ceniza de la chimenea con doble efecto: abonar y espantar a caracoles y babosas.